
…y de postre un trozo del Palau de la Música. ¡Como está la cosa! Lo mismo un día bajo al parque a pasear al perro y en lugar del parque me encuentro un centro comercial de dieciocho plantas con un auditorio en la última… y a ver donde llevo a cagar al perro. El juez Garzón no ha trabajado tanto desde antes de descubrir la gomina.
Y es que parece que está de moda la corrupción, teníamos el Palau de la Música en Cataluña; en Valencia la trama Gürtel, que para ser una trama de corrupción suena a cerveza de marca blanca del Mercadona, y el caso Fabra, protagonizado por el fan número uno de Intereconomía (tanto que los reporteros le hacen de guardaespaldas y todo); en Orihuela (Alicante) hay delitos sobre la ordenación del territorio; En Marbella aquella operación anticorrupción que hubo… ¿cómo se llamaba? si, aquella del tio con los pantalones por los sobacos y el bigote, y el de los Miró en el baño… ¿Operación Aquí Hay Tomate?... bueno, ya sabéis a que me refiero; y en Valladolid, José Manuel Méndez está empezando a verle las orejas al lobo. Pero por si fuera poco lío, se acaba de descubrir una nueva trama de corrupción en Cataluña, (más conocido como Peajelandia): el caso Pretoria. El juez Garzón, antes muerto que sencillo, será quien lleve las pesquisas de este caso, que curiosamente apareció en PSC, y se ha extendido a CIU y al PP, para que luego digan que los políticos nunca se ponen de acuerdo en nada.
Alavedra, que parece Zaplana pasando por una mala racha (aunque de hecho nunca he visto a Zaplana pasando por una buena racha… así que supongo que quería decir “una racha peor”); y Prenafeta, ya conocido como el “hombre sapo”, son los dos altos cargos de CIU imputados, protagonistas principales de este auténtico culebrón sobre corrupción urbanística que comenzó en Santa Coloma.
Cuando uno oye todo esto, no puede evitar escamarse, pero luego te paras a pensar y piensas “¿Pero de que me sorprendo?” ¿De que nos sorprenden tantos escándalos sobre corrupción en un país lleno de gente obsesionada con llevarse el boli del banco? Porque no nos engañemos, si lo atan es porque de verdad hay riesgo de que se escape. Somos así, algo que odiamos de un político nos encanta de un colega:
― ¿Te acuerdas de Marta?
― Como para no acordarme, salía a la calle en navidad y la miraban más que a las luces.
― Pues se fue a estudiar a otra ciudad y se pidió una beca, y a las dos semanas de concedérsela se aburrió de la carrera, se volvió a su casa, y se ha quedado con toda la beca.
Y ahí estamos partiéndonos de risa porque Marta se ha quedado una beca que quizás le hacía mas falta a otra persona. Pero no es solo eso, la picaresca española es así, siempre estamos pensando en maneras de irnos sin pagar de los sitios:
― Bueno Mari, ¿hacemos un simpa?
― ¡Por el amor de Dios, José Luís! ¡Que estamos enterrando a mi madre!
Y José Luís murmurando por lo bajo:
― No, si hasta el día que se muere va a seguir dando por culo.
Yo tengo un amigo que no puede mentir, porque enseguida se le nota en la cara. En todos los grupos hay uno así, que le miras a la cara y dices:
― ¿Me estás ocultando algo o es que tienes ganas de ir al baño?
Como para contarle un secreto, en cuanto le vean la cara se entera todo el barrio. Por el amigo este siempre nos acaban pillando, recuerdo una vez que íbamos en coche y nos paró la policía:
― Buenos días, documentación por favor.
Y contestó mi amigo:
― ¡¡Qué coca ni que hostias!!
Pero es que nos puede la codicia, y esto se demuestra con una sencilla pregunta: “¿Serías capaz de chupársela a alguien por un millón de euros?” Yo esto se lo pregunté a mi amigo, que puso cara de estreñido y dijo “Que va”. Por favor, ofrecen en el infojobs un millón por una mamada y echa el currículum hasta Rouco Varela.
Todo lo maquillamos: a medio litro de anís en una manzanilla le llamamos unas gotitas, a media hora en doble fila le llamamos un momentito, aparcas el coche en zona azul y no dejas el ticket, y cuando ves que llega el de la ORA y te dice:
― ¿Dónde está su ticket?
― Estoy buscando la máquina.
― Caballero, lleva usted media hora aquí parado, y ha aparcado frente a la maquina.
―… si va a ser un momentito na’ más.
En fin, todo ser humano tiene un corrupto en su interior, y hay varios momentos en la vida en la que ese corrupto florece, nos posee y nos dirige: sobornar a un hijo para que saque buenas notas (aquí la corrupción es mayor si se añade el factor “pero como suspendas te mato”), chantajear a una pareja con el sexo (esto solo suele funcionar si eres mujer), torturar psicológicamente a un marido (ah, no se, tu sabrás) o a un hijo (ven, que no te voy a pegar), e incluso ocultar datos a la autoridad (se cayo solo y se rompió)… Pero si hay un momento en esta perra existencia en el que sale de nuestro interior ese corrupto cabrón, es cuando tenemos en nuestras manos dinero que no nos corresponde, cuando vas por la calle y ves un bulto en el suelo, un bulto marrón, del tamaño de una cartera, y que parece una cartera, ese es el mítico momento que siempre deseó captar Félix Rodríguez de la Fuente, al terrible depredador arrojándose sobre su presa. Se han dado casos de gente que ha dejado surco en el suelo con los dientes al tirarse a recoger una cartera, y ¡ojo!, que luego te encuentras a alguien que la devuelve sin quedarse el dinero y dices “¡será gilipollas!”. O cuando nos dan cambio de más, hay algo que molesta mucho, que es cuando te dan cambio de más y luego rectifican:
― Uy, creo que te he cobrado de menos.
― ¡¡NO!! ¡¡ESTÁ TODO BIEN!!
En definitiva, queridos amigos, no robéis, porque robar un euro no te hace mejor persona como el que roba un millón, pero, siendo los resultados peores habiendo utilizado los mismos métodos, lo que si te hace es gilipollas.
LOGOUUUUUUUUTTTTTTTT!!!!!!
Saluditos del conejito zombie. xD
No pasa nada, perdonado quedas, no puedo enfadarme con un lector de mi blog (siempre he apoyado las razas en peligro de extinción). Gracias por tu apoyo, conejito