Isla Perdida. Población:

Antes de empezar...

Antes de empezar, solo quiero decir una cosa: en realidad, el aniversario es el sábado 13, pero guarden el secreto. Tengo un amigo gorila de espalda plateada que me debe un favor... ya me entendéis...

¿Otra vez viernes?

Happy birthday to us! Happy birthday to us! Happy birthday mister Naufrago, mister Don and mister Bautista! Happy birthday to us! ¡Bieeeen! Digo... Weeeeeell!
Queridos internautas, hace ya un año que comenzamos nuestra modesta andadura por los cerros de internetvilla, y hubo de todo: especiales, fanáticos religiosos, blogoteca, comentarios de una huelga de hambre, vacaciones forzadas y sin forzar (malditos exámenes)... ha habido de todo, pero de lo que más ha habido han sido cambios. Porque, en esta vida, nada se mantiene, todo cambia. Cuando esto empezó, Justin Bieber era "ese entrañable jovencito oriundo de Canadá".
Pero bueno, en un aniversario hay que hablar de cosas buenas, así que vamos con los contenidos:

- Cómo no, este viernes viene con un especial muy especial: el especial aniversario. Al ser esto un sitio de publicación online, hemos querido rendir un discutible homenaje a la mano que nos da de comer (que en realidad ni es mano ni nos da de comer): la informática, una vez más. En esta ocasión os traemos un manual de socorro que os servirá de gran ayuda (lo cual dudo mucho).

-Seguimos con las cagadas deportivas de Don, que nos muestra los riesgos de una carrera ciclista.

- La actualidad más actual sigue aquí, actualizándose, como lo hace actualmente, así que ya sabes, actualízate con las NoNoticias, pero actualízate aún más con... ¡La noticia del día!

-Kimbo te sigue esperando. Recuerda la leyenda africana: si cambias tu nombre por el de un enfermo, el enfermo sanará. Cada día mueren 20.000 niños por enfermedades que pueden ser curadas. Únete a la nueva campaña de UNICEF.

Bueno, poca cosa más podemos decir ya. A los que habéis seguido fieles, que según pone ahí sois pocos, pero bien avenidos, muchas gracias por permanecer ahí con nosotros, y a los que no lo habéis sido, pasad, no es necesario ni que os limpiéis los zapatos. ¡BIENVENIDOS!

La blogoteca

El cóndor andorrano:



Era una fría mañana de agosto (el cambio climático, ya se sabe), y McCarnigan se encogía en el interior de su sucia gabardina detectivesca. La cabeza estaba a punto de estallarle, puede que por la velocidad de sus pensamientos, puede que por los dos litros y medio de bourbon que había tomado la noche anterior tras la cena. Con semejante cuadro de alcoholismo, solamente estaba cualificado para ser detective privado, eso sí, con un oscuro pasado.
La ligera luz invernal de verano se filtraba tras las persianas, haciendo que McCarnigan entrecerrase sus hinchados y resacosos ojos antes de asomarse a la ventana para verla: ahí estaba, ante sus ojos, la ciudad que nunca dormía, la ciudad en la que se producía un delito en cada esquina, la ciudad más peligrosa que un adicto al riesgo (y al alcohol… y a algún que otro estupefaciente) como McCarnigan podría desear… la llamaban “la ciudad encantada”… Cuenca.
De nuevo un punzante dolor de cabeza al escuchar el zumbido del aspirador de la vecina de arriba. Desde luego, que poca consideración, ¿A quién se le ocurre pasar una aspiradora un martes a las tres de la tarde? (Con lo cual, de mañana ya no nos queda mucho… además de que aumenta considerablemente la gravedad del problema de alcoholismo de nuestro héroe McCarnigan).
Ante semejante alboroto, y presto a desenfundar su arma más peligrosa: su sagacidad, McCarnigan dijo:
− BUUURP… vaya puta mierda de garrafón…
Sin embargo, un nuevo ruido distrajo a McCarnigan de su jaqueca, pues la puerta de su despacho se abría, como otras tantas veces, para dejar paso a una auténtica preciosidad. Contoneando sus hermosas caderas, una elegante joven entró en el despacho. McCarnigan, con la clase de la que solía hacer gala, dijo:
− ¿Quieres rollo?
−No... –respondió la joven, algo contrariada, pero McCarnigan parecía esperarlo, pues con un elegante gesto se quitó el sombrero (también lleno de mierda) y se acercó insinuante a la joven.
− Tu de por aquí no eres, ¿no? – Preguntó, a la vez que hacía gestos sugerentes con los labios y la lengua, por lo que su frase no se entendió muy bien, y tuvo que volver a repetirla.
− ¿Cómo lo ha sabido?
En ese instante apareció por la puerta otra mujer, con la cabeza llena de rulos, con un contorno que apenas cabía por la puerta y los colmillos inferiores sobresaliéndole de la boca, gritando:
− ¡Que pasa, artista! ¡Que me debes todavía el alquiler, copón! Llévamelo luego, que voy anca Marcial.
−Por favor, siéntese –instó McCarnigan a la joven al desaparecer la casera.
La joven le hizo caso y McCarnigan se sentó frente a ella, expectante. No podía dejar de observar a la joven, pues desentonaba claramente con el lugar. Aquella melena negra llena de bucles, aquellos grandes y brillantes ojos, su piel tersa, esos turgentes y grandes pechos, aquellos labios carnosos y lujuriosos, aque…
− ¡Bueno tío, ya está bien! –Me gritó McCarnigan− ¡Te estás poniendo como una moto!
−Eso digo yo –añadió la joven, mirándome con cara de enfado−, que en vez de narrador parece usted un cerdo.
Está bien, perdonadme, sigo.
Aquella joven, que era una señorita muy guapa, captó la atención de McCarnigan, que no hacía mas que juguetear con su sombrero (del cual no paraban de caer motas de polvo, arañas, caspa e incluso un par de botellas de bourbon que el propio McCarnigan había escondido ahí hace meses), a la espera de que la señorita le dijese el motivo de su visita. Finalmente, la joven se pronunció:
− Verá, mi nombre es Lady Angelica Winona-Rider Kelly, marquesa de biomanán, y he oído hablar de usted… el caso es que deseo contratar sus servicios.
− La escucho.
−Antes de nada, me gustaría saber si puedo confiar en usted.
− Por favor –respondió McCarnigan con algo de sarcasmo−. Observe.
McCarnigan señaló a la pared, donde reposaba un artículo de un periódico enmarcado, el artículo, que no el periódico. Lady Angelica se acercó y comenzó a leer en voz alta:
− Policía borracho dispara a tres niños…
− ¡Ya está bien! –Balbuceó McCarnigan−. Lo que quiero decir es que puede confiar en mí, soy el mejor detective de la ciudad.
− ¿No es usted el único detective de la ciudad?
−Precisamente, yo solo me basto para mantener la ciudad limpia –respondió, pero Lady Angelica echó una escrutadora mirada a la gabardina y al sombrero, que aún seguía expulsando arañas−… de delincuencia.
Lady Angelica pareció convencida con los argumentos de McCarnigan, pues volvió a sentarse y, tras cruzarse de piernas de forma realmente sugerente (no te enfades, es que tengo que recalcar tu sensualidad, ya verás por qué), miró fijamente al detective y le dijo:
−Necesito que recupere el cóndor andorrano.
McCarnigan alzó una ceja, contrariado:
− ¿No querrá decir el halcón maltés?
− ¡No! –Respondió Lady Angelica con expresión asqueada−. El cóndor andorrano, se lo explicaré…

Qué gozada de día…


… y yo que quería perdérmelo. En fin, que de nuevo es viernes y yo, en calidad de náufrago, tengo que contaros algo inquietante. Algo que ya hizo notar el padre del humor inglés pero en España, Andreu Buenafuente, hace unos días: el inminente proceso del juez Garzón está reabriendo heridas que no es que sean viejas, sino que algunas de ellas ya pertenecen a cadáveres, y encima sin venir a cuento.
Antes de nada, os pondré en antecedentes... ¿lo cogéis? ¡Antecedentes! Jajajaja (no os enfadéis, es que estoy un poco espeso…) El 25 de febrero de este año, arrancó la tramitación de una querella contra el juez Baltasar Garzón debido a su presunta orden de grabar las conversaciones de imputados en la trama Gürtel con sus abogados, lo cual es ligeramente ilegal, ya que no solo una grabación sin consentimiento de sus protagonistas no es admitida como prueba y no tiene validez alguna a efectos legales, sino que también es una vulneración de la intimidad y prevaricación… los imputados de la trama Gürtel grabados han dicho que “¿cómo puede haber gente tan rastrera?”.
El hecho de que los chorizos de la trama Gürtel se estén quejando de intrusismo, que también ya no es que no tenga para un artículo, sino que da para un libro, no es lo que nos atañe este viernes a la luz de que todo esto está levantando ampollas con lo que parece el cuento de nunca acabar: las dos Españas.
Efectivamente, damas y caballeros, la querella contra Garzón ha provocado la unión de los sindicatos (tócate los cojones, no se ponen de acuerdo para conseguir una reforma laboral decente y se alían para defender a un magistrado, esto sí que es de chiste), pero no solo entre ellos, además se unieron Pilar Bardem, Pedro Almodovar, y vamos los que aparecen siempre donde más les conviene, para prestar su apoyo al juez y dar un poco la nota. Los periódicos de corte más “conservador” (si, ese tipo de conservador con bigote y aficionado al coñac) hablan de “boicot a la democracia”, pero la perla esta vez corre a cargo del ABC, con un titular breve pero conciso (y por conciso quiero decir acojonante): “golpistas”.
Parece que poco a poco vamos recuperando nuestro proceso natural de evolución: hacia atrás. Por un lado tenemos a un abogado intentando ganar tiempo tratando de procesar a Garzón por unas grabaciones que ya fueron desestimadas, y en el caso de que no lo hubiesen sido solamente significaría que el juez de instrucción era un poco falto… de ética profesional, por supuesto. Sin embargo, a pesar de la desestimación de las grabaciones, el proceso tira p’alante, ¡con dos cojones! ¡Hay que castigar a los infractores con todo el peso de la ley! Y si no, que se lo pregunten a Mariano, que aún sigue escondido debajo de la mesa de su despacho, pero bueno, tampoco pasa nada, aquí enseguida se monta una manifestación donde aparezcan los de siempre, los artistas progresistas de cara a la galería y que luego apoyan la privatización del arte que crean defendiendo a ultranza sus “derechos” como autores. Luego que aparezcan las cabezas visibles de los sindicatos y que empiecen a llegar los pringados de siempre para hacer bulto, porque de todos es sabido que una manifestación solo cuenta por la gente “importante” que acude. Ejemplo:
Una manifestación antiabortista se cuenta como una manifestación importante cuando se ha presentado Esperanza Aguirre y/o Mariano naniano, la gente que ha ido hasta allí a defender lo que sea que defiendan los antiabortistas (porque también es bien sabido que sobre el cuerpo de una mujer la decisión que cuenta es la de una masa anónima) no cuenta para nada, la gente no cuenta, solo es una masa anónima, que además ni siquiera es importante en cuanto a número, porque cada uno dirá la cantidad que le salga de sus huevos toreros según le convenga, o les convenga a sus jefes. De este modo, una manifestación antiabortista ha sido un éxito si ha estado allí Esperanza Aguirre y ha habido un millón de personas, aunque en realidad esa misma manifestación haya sido una mierda de acto con menos de cien mil personas.
Dejando aparte la manifestación, también está el hecho de que la prensa “seria” boicotee la manifestación simplemente porque no conviene a los intereses de su público. El periodismo es una carrera, no una mercancía, señores, así que un poco de seriedad. ¿Qué viene ahora? Seguramente una huelga general pidiendo a gritos la amnistía del bigotes y compañía, aún miembros del PP, porque ahí no dimite ni Dios. Estoy empezando a pensar que es más difícil dejar de ser del PP que dar de baja internet, y eso que según los estatutos del partido cualquiera de sus miembros implicado de alguna manera en algún delito de corrupción debe ser destituido o poner su cargo a disposición del partido, y claro, Rajoy no les debe oír dimitir desde debajo de la mesa de su despacho. Además parece ser que cada vez que le preguntan cómo piensa sacudirse el marrón, se tapa los oídos y grita “tralalalalalala”, para luego decirle a su secretaria “mira a ver shi she han ido ya”.
En definitiva, que voy a ir guardando latas de atún por si acaso la cosa tira para adelante y acabamos por vernos en las calles matándonos por Garzón. Antes de terminar el artículo quisiera dar mi enhorabuena a los sindicatos por su eficaz actuación… justo cuando menos pintan, y ahora, puesto que Ronnie James Dio y los padres del heavy metal me lo susurran al oído, tengo que acabar, pero lo haré con una frase que dijo un mendigo el otro día en callejeros, y que me hizo pensar en que quizás debí hacer más caso a los mendigos y menos a los profesores y jefes que me han ido surgiendo: trabajar significa convertirse en un eje más de este sistema, un sistema que hace siempre a los ricos más ricos, y a los pobres más pobres.

10 pasos a seguir para derrotar a Dios:


En esta ocasión tampoco tenemos los sacrosantos puntos suspensivos, pero no os preocupéis, no es porque haya fallecido alguien que respetamos y queremos, es porque se murió Jesucristo, así que el motivo por el que no están los sacrosantos puntos suspensivos es porque no queremos nada sacrosanto en éste número.
El otro día mientras estaba afeitándome entró en el baño mi tía a ponerse la dentadura postiza (cosa muy agradable), y comenzó a decirme que se iba a misa, que había que tener temor de Dios, que no quería acabar ardiendo en la hoguera en un ajusticiamiento en la plaza mayor acusada de brujería, y mientras tanto yo no sabía si continuar mi afeitado o aprovechar la cercanía de la cuchilla a mi yugular y seccionarla con toda la fuerza que pudiese. Sin embargo, aquello me dio algo que pensar cuando se me quitaron las ganas de quitarme la vida (mi tía desapareció), y es que yo no soy el que se murió hace tantos años condenado por su propio pueblo, así que yo no soy el que tiene que desaparecer, fue ese viejo cabrón el que desapareció del mundo, pues que se quede con los muertos, ¡yo estaba aquí antes, maldita sea!
A donde quiero ir a parar es a que esta Semana Santa, al igual que todas las anteriores, ha sido una trampa mortal para todos aquellos que solamente queremos hacer lo que hacemos en todas las vacaciones: atascar nuestros intestinos con cantidades ingentes de carne de cordero lechal y bañar nuestros riñones y nuestro hígado en una cantidad tal de cerveza que ni Ernesto de Hannover podría imaginársela. Así que os voy a enseñar, tal y como os dije al principio, los diez mandamientos que todo amante de unas buenas vacaciones debe seguir a rajatabla para ganar esa lucha contra Dios que se produce todos los años. Vamos allá:
1- La regla número uno de todo amante del escaqueo es, ni más y menos que la siguiente: si quieres evitar participar de alguna manera en algo que requiera esfuerzo o resulte inconveniente, hay que evitar a toda cosa reconocer la existencia de dicho inconveniente. “¿Semana Santa? ¿Esa no es la fiesta de los conejitos y los huevos de pascua?” O mejor aún, “¿Semana qué? No me dijeron nada en la sinagoga”.
2- Que de cara al público finjas no saber nada sobre la Semana Santa no significa que no sepas nada. Mantente lejos de las calles céntricas, sobre todo por la mañana y a altas horas de la tarde. Recuerda también que los días de riesgo son el jueves, el viernes y el domingo, así que los sábados si cometes la imprudencia de ir al centro, puede que solamente veas unas gradas y muchas viejas.
3- Lo mejor es que desaparezcas. Todo el mundo aprovecha para irse de la ciudad… pues por algo será. Si tienes pueblo, ¡escóndete allí! Te evitarás tener que quedarte en casa por las tardes y podrás refugiarte en un bar junto a sus parroquianos, recuerda que en un pueblo nunca se sube a casa a cenar lo suficientemente borracho.
4- Las tardes están fuera de riesgo en el pueblo, pero el domingo por la mañana va a ser de vida o muerte, será mejor que aproveches bien el sábado y te pases todo el domingo en casa pasando la resaca… siempre son mejores unas náuseas que un enfrentamiento directo contra Dios, ¡te destrozaría!
5- Más o menos hemos repasado todas las normas horarias y geográficas, pero si te saltas alguna de estas normas, un sencillo truco es huir de las aglomeraciones, sobre todo si hay gente vestida de negro. Si ves a esa gente, huye como si te hubieses encontrado al mismísimo Cthulu.
6- Hace un par de milenios, el cadáver putrefacto de Jesucristo se levantó de su tumba como un zombie dispuesto a ingerir cuantos cerebros pudiese contener su decrépito estómago, por lo que comenzaron a hacer procesiones y saetas durante los días de peligro una vez al año para aplacar su espíritu y devolverlo a su tumba, no debes olvidar que este es el verdadero sentido de esta festividad. Sin embargo, nunca consiguen calmar del todo a este violento espíritu, y en ocasiones éste aparece como un poltergeist en todas las casas de la cristiandad. Para evitar estas apariciones, no enciendas la tele nunca, ¡nunca! ¡Ni aunque el Madrid-Barça hubiese caído en esas fechas! Siempre puedes correr el riesgo de que el poltergeist interrumpa la programación habitual como si fuera “de repente Chavez” y conectara con el vaticano.
7- Las misas televisadas no son el único riesgo, repito, apaga la puta tele, hay mucha gente que no ha sobrevivido a la emisión de Ben-Hur. De pequeño mi abuela me obligó a verlo y tuve que ser hospitalizado de urgencia.
8- Con los siete primeros consejos hemos conseguido rehuir un enfrentamiento directo con Dios, pero llegará un momento en el que las hostilidades van a tener que empezar. La Semana Santa es la época perfecta para un viaje romántico con tu pareja, lejos de tu familia y sus comidas multitudinarias. Si no tienes pareja, intenta convencer a tus amigos para viajar a una casa rural y atrincheraros allí hasta que Dios suelte toda su artillería. Si estás en tu pueblo, la resaca sigue siendo una gran opción, levántate a las cuatro de la tarde y atibórrate a lechazo tu solo en la cocina.
9- Puede que una forma de ataque llegue en forma de saeta (no de flecha incendiaria, Dios es demasiado sofisticado para algo así; sino de canto típico de las fechas), así que mientras salgas a la calle, lleva los cascos con Alice Cooper o AC/DC a todo volumen.
10- Por último, pero no menos importante, debes recordar que no es malo que en estas vacaciones caiga una lluvia torrencial… es más, yo que tú, intentaría aprenderme la danza de la lluvia de los nativos americanos antes de salir de casa… además, así podrás lanzar un ataque directo contra Dios al poner la tele y encontrarte con unos cuantos sevillanos llorando porque no han podido sacar los pasos.
En definitiva, no quiero meterme en si Dios es un cabrón que puso un montón de normas estúpidas o un invento más lucrativo que el chupachups, lo que sé es que esta Semana Santa escuché una voz que me llamaba desde un cerro a un par de kilómetros de mi pueblo, así que me acerqué y me encontré una zarza ardiendo. Allí, la propia zarza me dijo “apágame tío que me abraso”, yo hice caso y la zarza llena de espuma de extintor me volvió a hablar “gracias por ayudar a tu señor, en agradecimiento, te obsequio con este decálogo para pasar unas buenas vacaciones de Semana Santa”. Yo, extrañado, pregunté “¿Pero quién eres?”, y la zarza me contestó “El nuevo fichaje de Los Hombres de Paco”, y yo “¡Anda coño! ¡Goya Toledo! Pues tienes la voz un poco ronca”. Luego cuando se me pasaron los efectos me desperté rodando colina abajo.
En definitiva, que disfrutéis de este decálogo que Satanás me entregó cuando yo no estaba en mi mejor momento… a él no le ha ido mal estos últimos años, ¿no?

Cura sana…


…culito de rana. Esta frase cobra un nuevo significado, pues ayer descubríamos que tras ya dos años intentándolo, Barack Obama ha conseguido llevarse al huerto a los congresistas y aprobar su propuesta de reforma sanitaria. Aún saltan de alegría varios colectivos como el de los trabajadores sin seguro, los parados y las víctimas de Chuck Norris.
Las novedades que aporta la reforma incluyen más facilidades para adquirir un seguro sanitario, el aumento de impuestos para los más ricos, un aumento de la cobertura de prescripción de medicamentos para la tercera edad y un coro de enfermeras que cantan la canción infantil con la que abrimos el artículo a los enfermos.
Lo cierto es que son unas medidas bastante loables, a pesar de la oposición de los republicanos más conservadores. Parece que no va a pasarles más eso de que sea más difícil operar a un carpintero de apendicitis que a un magnate de un tumor cerebral, pero eso habrá que verlo.
No es raro que en el país conocido como “la tierra de las oportunidades”, que exporta el “sueño americano”, que no es otro que llegar más alto que nadie, y educa a sus hijos en la más fría competitividad para sobrevivir por encima del vecino, se dé más facilidades a quien mejor puede pagarlas… con ese currículum no es de extrañar. Pero no quiero unirme a la masa de gente que critica algo antes de dar una oportunidad (lo que parece ser todo el mundo), y quiero centrarme en otro sistema sanitario que pide una reforma tan a gritos que todo su personal médico precisa de sonotones al jubilarse: el sistema sanitario español.
¿Y que mejor manera de empezar un análisis, por somero que sea, del sistema sanitario español, que remontándonos a sus orígenes? La respuesta es tan simple como aterradora: Francisco Franco. Es bien sabido que basta con acercarse a cualquier defensor del franquismo para que éste defienda al innombrable con tres argumentos: viviendas de protección oficial, seguridad social y pantanos. Cualquiera podría decir que son los tres únicos aspectos en los que España avanzó algo desde el 39 hasta el 75, pero el buen franquista sabe que puede aferrarse a estos aspectos cual clavo ardiendo (esto me da que pensar sobre algo interesante aunque fuera de tema y solo por poner un ejemplo: desde que en Alemania claudicó el nacionalsocialismo y hasta ahora, no ha aparecido ninguna estatua de Hitler, ni nadie diciendo que en realidad no fue tan malo, ni ningún ex-miembro del partido nazi en el gobierno: misterios de la evolución humana).
Sin detenernos en esto (ni en lo bien que suena decir que en España tenemos estado del bienestar y todas esas gaitas), vamos a ver qué es lo que tenemos en realidad:
- En primer lugar tenemos los edificios: consultas, ambulatorios, hospitales y demás centros de salud, que se caen a pedazos y son del año de la pera. He visto gente curarse automáticamente por no entrar en esos edificios decrépitos.
- El personal que nos atiende: entiendo perfectamente que trabajar en algo así tiene que ser deprimente por mucha vocación que haya de por medio, pero sinceramente creo que hacen castings para coger a las enfermeras con más mala hostia del panorama euro. El otro día estaba en urgencias cuando una señora se acercó a una enfermera y la dijo “no oigo nada por este oído y el otro me duele”, a lo que la enfermera contestó sin detenerse siquiera “bah, para lo que hay que oír”. ¿Pero cuanto ácido ha tenido que asimilar el cuerpo del responsable de recursos humanos del hospital para que ese súcubo me atienda de urgencia? Es justo lo que necesitamos cuando vamos a urgencias, que al darle los buenos días a una enfermera ella nos conteste “¡pues mira quién fue a hablar!”.
- La organización: Aunque aquí lo parezca, no es muy divertido que te echen de una habitación a las cinco y media de la tarde porque las visitas están prohibidas hasta las cinco en punto de la tarde. Aunque para diversión, que te ingresen en una habitación que compartes con veinte personas, aunque en realidad solo tiene dos camas… ¿Que cómo puede ser? ¿Un misterio a la altura de la Santísima Trinidad? Algo parecido, porque más o menos sucede por obra y gracia de esos veinte ocupantes, que, tal y como suponíais, son gitanos. ¿Por qué? Porque no hay gitano que esté en un hospital y no se pase por el forro de los cojones la norma de solo una visita por paciente. Estás convaleciente de una operación y tienes al lado un panorama similar a Pearl Harbor durante el ataque, pero en familia. Sin embargo, todo esto carece de interés a la vista de que las propias enfermeras se lo pasan todo por el forro: ¿Qué pone “puerta cerrada, peligro de contagio”? ¡Pues abierta de par en par! ¿Qué el viejo ese necesita que le pongan un enema? ¡Se lo ponemos al lado del de la gastronteritis! Es muy difícil permanecer en un hospital un día sin contagiarte con al menos tres cepas distintas de virus estomacal… ¡Muchas gracias, personal!
- El overbucking: Cada vez que alguien en un aeropuerto se queja de los problemas de retrasos y overbucking le mandaría a un hospital público para que se tuviera que sentar en el suelo porque en ninguno de los ocho pisos hay un solo asiento en ninguna de las salas de espera, o para que esperara durante diez minutos un ascensor que no llega junto a media docena de viejas dispuestas a hundir sus uñas en su carne y a perforarle con sus dentaduras postizas con tal de no quedarse fuera, para acabar subiendo hasta el último piso por las escaleras sin aliento ni para pedir una camilla para que le ingresen a él también, cosa que no podrá hacer porque tienen problemas de espacio y se están viendo obligados a dar el alta a la gente en cuanto se despierta de la anestesia, pero claro, ¿cómo va a haber espacio si la mitad de la población gitana del país está repartida en tres habitaciones? ¿Qué? ¿Que tu vuelo a Cancún se ha retrasado un par de horas? ¡Vete a tomar por el culo, que es a donde te van a mandar cada vez que vayas a ver a tu médico de cabecera al ambulatorio más cercano, porque están jodidamente saturados! ¿Será porque todos han decidido ponerse malos a la vez? No, es porque el gilipollas de turno decidió que era más rentable gastarse una millonada en… yo que sé… financiar una película completamente vomitiva sobre unos veinteañeros hasta las cejas de todas las drogas existentes, en lugar de un par de putos ambulatorios nuevos para que todos podamos respirar un poco mejor… Esta vez las gracias se las doy a la Sinde, que todos nos acordamos mucho de ella, y de su familia.
- Las comparaciones, que son odiosas: Todo el mundo dice que los mejores médicos son los que están ejerciendo en la sanidad pública, pero cuando Leticia, o Letizia (Joaquín Sabina, ese cerdo mentiroso y sin escrúpulos) Ortiz se pone de parto, o la disgusta su nariz o tiene diarrea (porque la realeza también hace de vientre), se va a la Clínica Ruber Internacional… eso da que sospechar, ¿no? Sin embargo, ponerse a pensar sobre esto es llegar a la conclusión de que no se trata de que los médicos sean mejores, sino de, en comparación, los médicos de la sanidad privada operan con un buen instrumental, y los médicos de la sanidad pública anestesian con un mazo.
Al fin y al cabo, tras este análisis del regalito del caudillo, hemos concluido que la seguridad social no es otra cosa que unas instalaciones asquerosas a rebosar de gente atendida por la gente con la peor mala hostia del mundo y todo organizado por un mono adicto al prozac. De esto podemos sacar un par de lecturas: Una de ellas es que el regalito que nos dejó el franquismo es como que te regalen una patada en los huevos. Otra de ellas es que, en lugar de financiar nosotros mismos nuestras necesidades sanitarias en un sitio más o menos decente, financiamos con nuestros impuestos una basura pero “tirada con muy buenas intenciones”… ¿Y quién dice que el sistema no funciona?

Don presenta: cagadas deportivas

Seguimos con las cagadas deportivas. Esta semana os mostraré los riesgos de ser un sucio tramposo... no, mejor explicado aún, los riesgos de ser un tramposo gilipollas... no, mejor aún, los riesgos de ser un gilipollas inconsciente... bueno, que aquí está el video. Pensáoslo dos veces antes de hacer trampas.