Isla Perdida. Población:

Antes de empezar...

Antes de empezar, solo quiero decir una cosa: en realidad, el aniversario es el sábado 13, pero guarden el secreto. Tengo un amigo gorila de espalda plateada que me debe un favor... ya me entendéis...

¿Otra vez viernes?

Happy birthday to us! Happy birthday to us! Happy birthday mister Naufrago, mister Don and mister Bautista! Happy birthday to us! ¡Bieeeen! Digo... Weeeeeell!
Queridos internautas, hace ya un año que comenzamos nuestra modesta andadura por los cerros de internetvilla, y hubo de todo: especiales, fanáticos religiosos, blogoteca, comentarios de una huelga de hambre, vacaciones forzadas y sin forzar (malditos exámenes)... ha habido de todo, pero de lo que más ha habido han sido cambios. Porque, en esta vida, nada se mantiene, todo cambia. Cuando esto empezó, Justin Bieber era "ese entrañable jovencito oriundo de Canadá".
Pero bueno, en un aniversario hay que hablar de cosas buenas, así que vamos con los contenidos:

- Cómo no, este viernes viene con un especial muy especial: el especial aniversario. Al ser esto un sitio de publicación online, hemos querido rendir un discutible homenaje a la mano que nos da de comer (que en realidad ni es mano ni nos da de comer): la informática, una vez más. En esta ocasión os traemos un manual de socorro que os servirá de gran ayuda (lo cual dudo mucho).

-Seguimos con las cagadas deportivas de Don, que nos muestra los riesgos de una carrera ciclista.

- La actualidad más actual sigue aquí, actualizándose, como lo hace actualmente, así que ya sabes, actualízate con las NoNoticias, pero actualízate aún más con... ¡La noticia del día!

-Kimbo te sigue esperando. Recuerda la leyenda africana: si cambias tu nombre por el de un enfermo, el enfermo sanará. Cada día mueren 20.000 niños por enfermedades que pueden ser curadas. Únete a la nueva campaña de UNICEF.

Bueno, poca cosa más podemos decir ya. A los que habéis seguido fieles, que según pone ahí sois pocos, pero bien avenidos, muchas gracias por permanecer ahí con nosotros, y a los que no lo habéis sido, pasad, no es necesario ni que os limpiéis los zapatos. ¡BIENVENIDOS!

La blogoteca

Seguimos con…


…la mala educación. Si, a lo Pedro Alomdovar… pero sin transexuales… creo. Si la semana pasada nos conquistó el niño de la peineta, que cantar no canta mucho pero lo que es dar el cante se le da de vicio; a uno que tampoco canta demasiado (como decía mi abuelo: tiene poca voz, pero desagradable). Me estoy refiriendo al ya archiconocido John Cobra. Os pondré en antecedentes: esta semana se ha celebrado la gala en la que se elegiría al candidato definitivo para ir al festival de Eurovisión, presentado por Ane Igartiburu. Hablando de antecedentes, John Cobra, uno de los participantes, recibió numerosos abucheos del público cuando estaba interpretando su tema “Carol” (si, por desgracia estaba cantando), cuando los abucheos del público hicieron que perdiese la letra, y se dijo “ya que he perdido la letra, pierdo también los papeles”, y al más puro estilo Jesús Gil, dedicó a sus detractores lindezas como “me vais a comer la polla”, “agarrad de esta”, “comedme la polla”, “me suda la polla”, y muchas más cosas que acababan en “olla”. Para rematar la función, quiso saludar a sus votantes con un “¡Viva Forocoches!”. Supongo que los de Forocoches dirían “ya no hacía falta, majete”.
Hay varias cosas que me gustaría remarcar. Lo primero, John Cobra es un rapero excepcional, no solo interpretó su tema (sorprendente que todos los verbos en infinitivo y participio rimen… ado con ado rima de lujo), que también hizo rimas con sus insultos:
− Comedme la polla/ me vais a comer la polla/tiradme de la polla/me vais a comer la polla.
Dale eso a Eminem, a ver que hace.
También quiero subrayar el hecho de que John Cobra no era un personaje desconocido, sino que tenía un montón de videos en los que demostraba su maestría tanto física como interpretativa. ¿Qué esperaban los de TVE que iba a pasar?... Claro, que el director de RTVE tiene más de ochenta años, seguro que le dijeron que mirara en el Youtube y dijo a su nieto:
− Anda hija (porque los abuelos acaban llamando siempre a sus nietos en femenino), mirame a ver lo del interné ese, que yo no veo… en mis tiempos era otra cosa, en mis tiempos cogías el carromato y te ibas al teatro a ver una zarzuela de Calderón.
Y el nieto:
− ¡Abuelo! ¡El Iniston!
El caso es que llevaron a este personaje al programa a sabiendas de que podía pasar esto, y no solo eso, sino que el público comenzó a abuchearle y luego se quejó de la falta de respeto. Eso es algo muy hipócrita, es como si se hiciese un concierto benéfico y la SGAE reclamara parte del dinero… un momento, he tenido un déjà vu.
Otra cosa que me gustaría remarcar es que Ane Igartiburu no sabía dónde meterse. Claro, es vasca, pero el carácter debe ser heredado de las provincias francesas. Ella estaba allí intentando controlarle diciéndole “cariño”, “relájate”, “tranquilízate”, cuando está claro que, con la voz tan dulce que tiene, podría haberle dicho “corazón, me voy a cagar en tu puta vida”, y John Cobra lo habría tomado hasta por un halago.
El caso es que todo esto es una prueba fehaciente de que la semana pasada teníamos razón y, como diría un sabio “la cosa esta muy maaarl” (imitar a Chiquito por escrito: una experiencia inigualable). Pero todo esto me ha dado que pensar sobre Eurovisión.
Eurovisión es un festival anual europeo en el que un cantante de cada país canta una canción, y luego, a votación popular, se elige al mejor… y como en todo espectáculo, hay un guiño cómico, papel que está cumpliendo España con gran dedicación y esmero. España en Eurovisión es el guiño cómico, como Robert Duvall en Apocalypse Now, James Caan en El Padrino, o Jimenez Losantos en los medios de información en general.
Hay quien dice que España empezó en esto con Rodolfo Chikilicuatre, pero eso sería menospreciar a profesionales como Micky, Karina o Mocedades, que también fueron muy graciosos. El caso es que, la tradición del guiño cómico se basa en que a veces da resultado, como con los finlandeses Lordi, que dieron a Finlandia su primera victoria (lo cierto es que puede ser que los miembros de Lordi fueran los que más idea tenían de música de todo el recinto, pero les perdían las formas), hay que imaginarse al que presentó el proyecto:
−Señor, tengo a los que nos van a dar la victoria.
− ¿El HJK Helsinki?
−De futbol no, además, creo que la Champions la va a ganar el Arsenal. Estoy hablando de Eurovisión.
−Bah
−No, enserio, tengo a los triunfadores.
−Está bien, te escucho.
−Lordi.
− Que pasen.
Y la secretaria diciendo:
−A ver, que pasen los desequilibrados.
Al cabo de unos minutos, los servicios sanitarios se llevaron al concejal de ocio y tiempo libre en volandas mientras éste pedía a gritos a un exorcista.
Pero, aunque este caso fue sonado, me refería a una ocasión anterior, en el que España ganó el festival con este método. La concursante era Massiel, una concursante escogida a última hora. Un ministro del franquismo entró corriendo en un bar y gritó:
− ¿Quién se viene a Eurovisión?
Y Massiel, desde la barra, respondió:
− Yo mishma, mashiote.
−Estupendo, salimos en diez minutos.
El tema escogido fue una versión española del clásico “With a Little help from my friends”, pero la cosa se torció. Entre que el viaje fue a Alemania y era desde España, sumando el copazo que se metió en el avión porque decía que se mareaba, salió al escenario dando tumbos, agarró el micrófono y, tras un eructo, gritó:
− ¡Vamos todos! ¡la-lalala-lalala-lalala!
Aquello causó furor. Y claro, animó tanto el cotarro que ganó. Así que, para celebrarlo, se fue de fiesta con los jueces. La encontraron a los seis meses en una calle de Berlín vestida de bavara, y la trajeron a casa, con su correspondiente copazo para el mareo.
En fin, espero que este somero análisis os haya servido para comprender un poco el festival de Eurovisión, y para pensar que la hipocresía no es buena. Señores, no hace falta escoger a una Karmele Marchante o a un John Cobra, a los que en realidad la música les importa más bien poco y solo quieren lucirse, ocupando el lugar en los medios que podrían haber ocupado personas que en realidad quisieran hacer música y ser reconocidos por ello. No hace falta elegir a frikis que solo quieren su minuto de gloria, porque, amigos, España necesita vuestra confianza, porque éste país no necesita ayuda para hacer el ridículo… ah sí, y, con todo mi cariño: ¡Me vais a comer la polla! ¡Hasta la semana que viene, amigos!

Si naciste pa’ martillo…


… del cielo te caen los clavos. Pues a los alumnos de la Universidad de Oviedo les ha caído uno pequeñito y con mala leche, pero que pesa como una losa. No, no me refiero a que hayan subido el precio del tabaco a pocos días de los exámenes, me refiero a un señor con bigote, que, por cierto, cada vez se parece más a cierta parte del cuerpo en ciertas películas… el bigote, digo.
Parece que en el PP y “aledaños” la cosa no está para bromas. Hace poco todos pudimos disfrutar del amplio léxico de doña Esperanza Aguirre (Vamos con el número uno de los 40 acojonates, titulado: “Hemos tenido la suerte de poderle dar un puesto a IU quitándoselo al hijo puta”), y aunque todos nos preguntemos quién es ese compañero de partido al que Espe quiere tanto, no nos ha dado tiempo ni a abrir la boca, pues, esta vez el protagonista de la foto, hacía de nuevo gala de una educación pasmosa. Si, Jose María Aznar, “Jose Mari” para los amigos, “el cerdo ese” para Marta Nebot, saludaba de esta manera a los alumnos de la Universidad de Oviedo, lugar a donde iba de visita. ¿El motivo? Una frase que podría poner de los nervios a cualquiera: “Jose Mari presidente”… lo que nos faltaba.
Al parecer, esa frase fue la que utilizaron unos alumnos de dicha universidad para manifestarse contra la presencia del ex-presidente y ex-amigo de otro ex-presidente ex-humano. Parece ser que los jóvenes manifestantes tenían preparada su actuación, pues le recibieron con pancartas, varios de ellos entraron en el mitin, y a la salida le dieron esta original despedida. Evidentemente, Aznar estaba más caliente que la entrepierna de un personaje de Física o Química, y respondió así a la despedida de los manifestantes. Este gesto ya es conocido como “la peineta de Aznar”, que parece el nombre de una película de Lola Flores.
No se conocen aún declaraciones del niño de la peineta, pero tampoco hay demasiado que declarar. Lo único, que vuelva y diga:
− Sus voy a meter dos yoyas que os van a temblar las orejas.
El caso es que estos incidentes dan que pensar: ¿Qué pasa con el PP… y alrededores? ¿Por qué tanta mala folla? ¿No les sirven All Bran en los desayunos del congreso? Y lo más importante ¿Quién es el estilista de Aznar? Porque este hombre se está convirtiendo en todo un latin lover.
Para resolver estas dudas, salvo la última, ya que podré vivir sin saberlo, me he puesto a pensar en la ira, y he llegado a la conclusión de que vivimos en una sociedad encolerizada. El otro día pensaba en esto mientras daba un paseo, hasta que un yorksire, ya sabéis, estos perros-patada, empezó a ladrarme. La vieja que le llevaba me miró y se puso como una moto:
− ¿Pero que le haces a mi perrito, hijo de puta?
Aquello se complicó. Vaya espectáculo, empezó a cogerme de los pelos, yo la tiré de la faja, que hay que ver cómo están de enérgicos los ancianos, mi abuelo, una vez, estaba en el tejado de la casa del pueblo tapando unas goteras con mi padre. El caso es que se resbaló y se cayó a la calle, pues el tío se levantó, se sacudió el polvo y dijo:
− Ay que ver qué golpe más tonto.
¡Y se volvió a subir!
Bueno, el caso es que vivimos en una sociedad dominada por la ira. No sé si será la crisis, las antenas de los móviles o la canción de Karmele Marchante, pero no hay quien lo soporte. Vas a comprar el pan y está la gente en la cola con una cara de Al Capone que te da miedo hasta entrar.
− ¿Quién es el último?
− ¿Pues quién va a ser? ¡Tú, gilipollas!
La gente está mal, el “hermano mayor” y la “super nanny” no dan abasto, y eso que el hermano mayor debería tener fuelle, que fue medallista en waterpolo. Pero donde de verdad se nota esta ira contenida, esta crispación, es en dos ocasiones. Una de ellas es coger el coche.
Es coger el coche y entrarte unas ganas de repartir hostias como si te hubiera poseído Rouco Varela. Yo creo que Gandhi, si, si, Gandhi, el pacifista aquel que iba en pañales, autor de frases tan célebres como:
− Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
Era coger el coche y empezar:
− Me cago en la hostia puta… ¡Aparta de ahí imbécil!
No sé que tiene conducir, que saca todo lo que tenemos dentro. Hitler empezó así. Cogió el coche un día, pasó un judío caminando por delante, dio el frenazo y ya empezó:
− ¡Juden, Cabrón!
La otra ocasión es, quizás la más temida: el futbol. Si haces una cena familiar, uno es del Madrid y el otro del Barça, diversión asegurada, solo hay que asegurarse de comer con cubiertos de plástico.
El otro día estuve viendo un programa deportivo… ¡Cuyo nombre no voy a decir y Punto Pelota! Y entraron un periodista que trabajaba en el Marca y otro del Mundo Deportivo. Pues no se sacaron los ojos con sus propias manos de milagro. Parecían dos amigos míos hasta arriba de cañas… ya dijo alguien una vez, y si no lo digo yo ahora, que en este país si vuelve a haber una guerra va a ser por futbol.
En fin, que, como dijo el gran sabio y pensador, el Chavo del 8, “la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Solo he de decir que los que dicen que la violencia no conduce a ninguna parte son unos mentirosos, porque la violencia si conduce a alguna parte: al calabozo más cercano. Así que, si no eres violento, sigue así, pero si eres violento, espero que recapacites y cuentes hasta diez… y si decides tomar el camino de la violencia, los náufragos no somos gente rencorosa, así que te deseo de todo corazón que no seas de desgarro fácil.

When a man…


… loves a woman… o no, porque se puede amar cualquier cosa. Si, amigos, este viernes no es un viernes como otro cualquiera, lo cual tampoco debería justificar este artículo, pero como estaba deseando hacer algo así, os vais a tener que aguantar… ¿Que a qué me refiero? Queridos lectores (o lector) (o lectora) (o spam), este domingo es el día: ¡¡EL DIA DE LOS ENAMORADOS!!
El día de los enamorados me evoca variados recuerdos, y podría decirse que todos los he vivido desde todos los puntos de vista: enamorado pero sin pareja, enamorado y con pareja, desenamorado y sin pareja, incluso desenamorado y con pareja (este fue el más aburrido de todos), y lo único que puedo asegurar es que el día de San Valentín es una mezcla entre mala promoción, consumismo… y asco, si, como Ramoncín (jaja, primer chiste sobre Ramoncín del año… y lo que te rondaré morena).
Y pienso yo, ¿Qué sería de San Valentín sin eso tan difuso, etéreo e intangible llamado amor? Pues seguramente sería igual, solo que se llamaría diferente, pensadlo: un día en el que, para conseguir una recompensa sexual, un tipo regala algo a su novia… ¡Claaaro! El día de las prostitutas:
− ¿Sabes qué día es hoy?
− ¡Sí! ¡Hoy es San Malena Gracia! (Habrá algún listillo que diga “No es san, es salta”, pues para vuestra información, sobran las explicaciones sobre por qué no ponemos “santa”)
Podemos incluso plantearnos otro ejemplo: un día en el que se hace un regalo que de manera velada implica una recompensa:
− ¿Sabes qué día es hoy?
− ¡Sí! ¡Hoy es San Cachuli!
En fin, sigamos hablando de cosas que dan asco, porque toca hablar del amor: el amor es como la varicela, tarde o temprano acaba llegando, y como todos lo saben, el señor capitalismo decidió que ponerle una camiseta con corazoncitos a la reproducción en miniatura de un oso para que un tío consiga sexo con, porque es evidente que no hay criatura que incite más al amor que un oso (saliéndome un poco de la temática del artículo, tengo un amigo que dice que lo mejor que se puede hacer cuando te cruzas con un oso, es tirarte a su pecho y agarrarte, porque dice que los osos no tienen codos y no te pueden alcanzar desde esa posición… ¡Claro! Lo primero que se me pasa por la cabeza cuando veo a un oso de casi tres metros de altura y capaz de destrozar un esternón humano de un zarpazo es tirarme a su pecho y abrazarle… porque cabe una remota posibilidad de que sea cierto, pero, ¿Quién ha sido el que lo ha comprobado? ¿Quién ha sido el valiente? Solo se me ocurren dos personas que puedan haberlo hecho, una es Clint Eastwood, que tiene casi ochenta años; y la otra es un personaje que solo existe en los cuentos infantiles y en la imaginación: Sylvester Stallone, porque no puede existir en realidad alguien tan gilipollas).
Yo con mi novia me pasé mucho tiempo pensando en cómo acabaría la cosa. Nunca supe si lo nuestro acabaría bien o, por el contrario, acabaríamos casándonos. Me pasé más de dos años con ella… si, es que quería comprobar si lo nuestro iba enserio. Era una chica realmente singular, de las que te invitan a cenar y ¡Sorpresa! ¡Tus suegros! No sé que era peor, cuando cenábamos y estaban sus padres, o cuando no estaban sus padres, y era ella quien preparaba la cena y te invitaba a cenar. Tengo ese San Valentín grabado a fuego, cuando llegué a su casa y me dijo:
− ¡Que pronto llegas! Pues a la ensalada la quedan unos minutos en el horno.
Os aseguro que llegué a replantearme mi sexualidad mientras ingería aquella ensalada quemada y aquel estofado de carne con kétchup porque se le había acabado el tomate en la ensalada y “total, sabe igual”.
El caso es que con ella los días de San Valentín eran especialmente vividos, porque tenía una especie de carencia afectiva… de pequeña su amigo imaginario la pidió que se tomaran un descanso para conocer gente. Aunque ya se le veía venir desde lejos, al principio la cosa era así:
− ¡Hola cariñito! –Se debía creer que era su hermanita en vez de su novio.
− ¡Hola, mi vida!
− ¿Me quieres?
− ¡Te adoro!
− ¿Y sabes qué día se acerca?
− ¡Claro que sí! Y tengo una sorpresita…
− ¿Cuál?
A partir de ese “cuál” ya estaba en mi terreno.
− ¡Ah, ya lo verás!
− Venga, dímelo.
Aquello solía llevar a un tira y afloja empalagoso en el que parecer un auténtico imbécil me llevaba a una estupenda ración de cama. Esto que habéis visto no es otra cosa que los principios de una relación, cuando sufres esa enfermedad que te hace verlo todo maravilloso. Que íbamos juntos por las calles, veíamos a un perro enfermo vomitando y decíamos “¡Oooooh, que bonito!”. Pero como todas las parejas pasan de la asquerosidad a… la asquerosidad… pero en grado sumo, la cosa se acabó poniendo así:
− ¡Hola cariñito!
− ¿Qué?
− ¿Me quieres?
−… si
− ¿Y sabes qué día se acerca, cariñito?
− ¡Sí! Y no me llames así, soy tu novio, no tu gato.
− Bueno, que me perdone el señorito, ¿Pero me vas a regalar algo por San Valentín o no?
− ¡Por supuesto! Un corre-que-te-cagas.
Porque esa es otra, el regalo tenía que ser por lo menos un collar, un vestido caro-que le guste-que sea de su talla-y con el que pueda enseñar las tetas sin dejar de insinuar, o el original de “Titanic” firmado con la sangre de Di Caprio. Y ya no es solamente porque si el regalo no le gustaba ponía la cara de Harry “El Sucio” y decía:
− Que bonito.
Ese “Que bonito” significaba “y encima esperará mojar el gilipollas”. Sino que también era porque cabía la posibilidad de que ella te hubiese hecho un regalo perfecto y tú te presentases con la pulsera de cuero que te vino con el “Mundo Deportivo”, porque la cara de gilipollas puede llegar a ser más o menos de las mismas proporciones que la hostia que te vas a llevar. Sin embargo, y pensando que vas a quedar genial, llegas con tu esclava de plata donde está grabado “cariñito y cariñita juntos forever and ever and ever… “, hasta que se acabó el espacio para escribir, que el grabado le da tres vueltas a la pulserita. Llegas con la esclava y ella te ha comprado una mierda de cajita de plástico para llenarla de arena y peinarla con un rastrillo, y la excusa que te da es que “es muy exótico y sirve para relajarse”.
Al final lo acabamos dejando, el amigo imaginario volvió y la dijo que ya se habían dado un tiempo y ahora estaba seguro de sus sentimientos. Jeje, ahora les va bastante bien… creo que está muerta.
En fin, que no hace falta un día para demostrarse amor cuando tienes el resto del año para hacerlo. Si trescientos sesenta y cuatro días os los pasáis discutiendo, de nada sirve haceros un regalo un día y esperar que todo se arregle. Además, el amor tiene muchas formas y se manifiesta constantemente, como decían en aquella película romanticona, “el amor hoy en día está en todas partes”, peeeeeero, si eres de esas personas que no puede pasar un San Valentín en soledad, lo mejor que puedes hacer es amarte a ti mismo… toda la noche.

Día 115:


Algo me ha despertado. La cueva tiene un toque hogareño que me hace sentir orgulloso de mí nuevo y provisional hogar, pero hay algo que me escama. No sé qué es lo que está pasando ahí fuera pero pondría la mano en el fuego a que algo se mueve entre los árboles. Suelto un grito de dolor. Sin darme cuenta, he puesto la mano sobre la hoguera de verdad.
Soplando las quemaduras de la mano mientras me acuerdo de aquella canción infantil que decía “cura sana, culito de rana…” y más cosas que no recordaba, abro la puerta de la cueva y salgo. Ya es de día, pero calculaba que aun era demasiado pronto, las once o las doce del mediodía… solo un loco se levantaría tan pronto.
Durante toda la vida al ser humano le ha preocupado la seguridad… bueno… al capitán del barco no le preocupó demasiado, fe de ello daba el encallado crucero que estaba empezando a coger un color cobrizo a causa del óxido. El caso era que, después de tanto tiempo allí me había dado cuenta de que no me había dado cuenta de lo inseguro que era estar solo en aquella isla desierta, lo cual era muy irónico.
Decido subir al barco y volver a inspeccionarlo todo en busca de algo que me sirviera para defenderme. Sin embargo, un par de horas después descubro que lo único que podría considerar un arma son los huesos del capitán. Cojo el fémur y le echo un crítico vistazo: he de reconocer que lo rebañé bien.
Recordar aquella aventura me ha dado hambre, así que me encamino a la despensa en busca de algo para comer, pero sigo dándole vueltas al tema de la seguridad. Desde que se fueron los demás miembros de la tripulación para no volver jamás no me había sentido solo básicamente porque estaba demasiado ocupado, pero en aquel momento pensaba que no tenía modo alguno de defenderse de los peligros de la naturaleza… aquello le hizo recordar un programa de televisión al que era bastante aficionado antes de aquel crucero: “sobreviviendo a lo pobre”. Iba sobre un ex-dietista que iba en helicóptero hasta un sitio deshabitado, inhóspito y peligroso, para buscar civilización. Durante el transcurso de las aventuras del ex-dietista, comía de todo: desde lombrices hasta búfalos. Tras la primera temporada, el ex-dietista había engordado veinticinco kilos y había contraído una gran variedad de enfermedades. No, definitivamente a mí se me estaba dando mucho mejor, pero seguía sin tener modo alguno de defenderse del ataque de… un lobo, o un caníbal (de nuevo volví a recordar al capitán).
Tras aquella comida decidí que dedicaría toda la tarde a poner trampas que garantizaran que no iba a ser devorado mientras dormía.
Mientras en mi cabeza sonaba “winner takes it all” de Sammy Hagar, fabriqué cuerdas para colgar a la gente de los tobillos, tapé agujeros con ramas secas y muchas hojas, e incluso fabriqué un complicado tirachinas que lanzaba el fémur del capitán. Cuando estaba ultimando los detalles, escuché un ruido detrás de mí, y me giré sobresaltado a tiempo para ver un tejón enseñándome sus dientes con furia. Del susto, eché a correr, tropezando con la goma que activaba el tirachinas, que me golpeó con el fémur en la cabeza, haciéndome caer al hoyo que había tapado con ramas secas. Apenas pude salir del hoyo cuando puse el pie en la cuerda que me dejó colgando del tobillo. “No volveré a poner las trampas tan juntas”, pensé. Sin embargo, la cuerda no resistió y se partió, provocando que me cayera y me golpeara en la cabeza.
−Todo por culpa de ese tejón –murmuré, furioso.
De nuevo, la canción de Sammy Hagar empezó a sonar, y decidí matar a aquel tejón y convertirle en la cena. Conseguí acorralarlo y cogí una piedra para asestarle el golpe final. Pero, de pronto, el tejón me miró con ojillos de cordero degollado, y el determinante rock se convirtió en la canción de cenicienta. ¿Cómo iba a matar a ese pobre animalillo? ¿A caso había estado tan cegado como para no darme cuenta de que en la despensa del barco tenía comida de sobra? ¿O de que los tejones no ponen caras? ¿Estaba tan cegado por el odio y el miedo que ni siquiera me había preguntado que hace en una isla tropical una especie animal propia de Europa y Asia? ¿De dónde salían las canciones? Decidí coger al tejón y convertirle en mi mascota.
Más tarde, mientras estaba cenando junto a mi nuevo compañero, me di cuenta de que probablemente había sido él quien le había despertado, y ya no tenía miedo ni me preocupaba la protección.
Preparé una cama para mi nuevo amigo y yo ocupé la mía pensando en que, si en ocasiones el miedo era demasiado fuerte, la causa era la soledad. En compañía de seres queridos, el miedo era una carga mucho menos pesada.
Cerré los ojos pensando que llamaría al tejón Stallone, por aquella película de pulsos donde sonaba la canción que había estado escuchando toda la tarde. Aquello me hizo pensar en si estaría volviéndome loco, pero decidí que tampoco importaba demasiado a la vista de que, de nuevo, no estaba solo.

Don presenta: cagadas deportivas

Seguimos con las cagadas deportivas. Esta semana os mostraré los riesgos de ser un sucio tramposo... no, mejor explicado aún, los riesgos de ser un tramposo gilipollas... no, mejor aún, los riesgos de ser un gilipollas inconsciente... bueno, que aquí está el video. Pensáoslo dos veces antes de hacer trampas.