Isla Perdida. Población:

Antes de empezar...

Antes de empezar, solo quiero decir una cosa: en realidad, el aniversario es el sábado 13, pero guarden el secreto. Tengo un amigo gorila de espalda plateada que me debe un favor... ya me entendéis...

¿Otra vez viernes?

Happy birthday to us! Happy birthday to us! Happy birthday mister Naufrago, mister Don and mister Bautista! Happy birthday to us! ¡Bieeeen! Digo... Weeeeeell!
Queridos internautas, hace ya un año que comenzamos nuestra modesta andadura por los cerros de internetvilla, y hubo de todo: especiales, fanáticos religiosos, blogoteca, comentarios de una huelga de hambre, vacaciones forzadas y sin forzar (malditos exámenes)... ha habido de todo, pero de lo que más ha habido han sido cambios. Porque, en esta vida, nada se mantiene, todo cambia. Cuando esto empezó, Justin Bieber era "ese entrañable jovencito oriundo de Canadá".
Pero bueno, en un aniversario hay que hablar de cosas buenas, así que vamos con los contenidos:

- Cómo no, este viernes viene con un especial muy especial: el especial aniversario. Al ser esto un sitio de publicación online, hemos querido rendir un discutible homenaje a la mano que nos da de comer (que en realidad ni es mano ni nos da de comer): la informática, una vez más. En esta ocasión os traemos un manual de socorro que os servirá de gran ayuda (lo cual dudo mucho).

-Seguimos con las cagadas deportivas de Don, que nos muestra los riesgos de una carrera ciclista.

- La actualidad más actual sigue aquí, actualizándose, como lo hace actualmente, así que ya sabes, actualízate con las NoNoticias, pero actualízate aún más con... ¡La noticia del día!

-Kimbo te sigue esperando. Recuerda la leyenda africana: si cambias tu nombre por el de un enfermo, el enfermo sanará. Cada día mueren 20.000 niños por enfermedades que pueden ser curadas. Únete a la nueva campaña de UNICEF.

Bueno, poca cosa más podemos decir ya. A los que habéis seguido fieles, que según pone ahí sois pocos, pero bien avenidos, muchas gracias por permanecer ahí con nosotros, y a los que no lo habéis sido, pasad, no es necesario ni que os limpiéis los zapatos. ¡BIENVENIDOS!

La blogoteca

Te ví a poné…


… dos velas negras. Esta casposa frase está dedicada a todos los que se dedican a la economía como si fuesen futurólogos… ¿Por qué? Muy sencillo: el FMI (Fondo Monetario Internacional) ha declarado que España será la potencia (sin mucho exponente) (si, amigos, este es el llamado humor matemático… ¡la tierra prometida del humor!) a la que más le va a costar salir de la crisis. Han pronosticado que España seguirá en recesión durante el 2010: Zapatero todavía se está tirando de los pelos, pero de las cejas. Ya no parece Mr Bean, parece Spock… o Ibarretxe.
Justo ahora que España preside la Unión Europea, se habla incluso de expulsarla de Europa. En España ya se han tomado medidas y se ha prohibido a Karmele ir a Eurovisión. Seguramente vosotros os preguntaréis como se ha recibido aquí esta tormenta… este “tsunami”… y no me refiero a lo de Karmele, sino a lo del FMI, que por cierto parece una marca de zumo:
− Tómate un FMI y empezarás el día con superávit.
Como decía, la reacción aquí ha sido la siguiente: Zapatero, el presidente al que le hubiera ido mejor si hubiese hecho caso a su apellido, ha anunciado que no sabe si se presentará a las elecciones del 2012, y que “no quiere que parezca que abandona el barco cuando se está hundiendo”. Sin embargo, si no sabe si presentarse no se debe a todo lo que está pasando, sino a que la sombra de Sonsoles es alargada… para quien no lo haya entendido, ahí va una explicación sencilla: se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pues bien, detrás de Zapatero está Sonsoles, que tiene un buen ojo… Ya me imagino la conversación:
−Aunque estemos pasando por un mal momento, estoy seguro que en 2012 me recordarán como al presidente que sacó a España de la crisis –diría Zapatero.
Y Sonsoles:
−Como te presentes en 2012, cojo a las niñas…
−Como cojas a las niñas te vas a herniar, Sonsoles…
− ¡Cállate! Cojo a las niñas y nos vamos con mi madre.
Claro, Zapatero acojonado, con una cara de sorpresa tan grande que las cejas le han hecho el efecto cómic, es decir, salírsele de la cara:
−Pero… ¿Por qué?
− ¿Por qué? Como te presentes en el 2012 son capaces de hacernos el cementerio nuclear aquí.
Porque lo de los cementerios nucleares es otra. Con la excusa de que no hay peligro, quieren abrir Marina d’or, ciudad de mutaciones, y como es evidente, nadie quiere esos residuos. ¿O vosotros querríais tener a un vecino mutante? Pero no mutante como Lobezno o Tormenta de los X-men, mutante en plan Carmen de Mairena con tres cabezas y en verde. Aunque pienso yo, si el cementerio nuclear no va a entrañar peligro, ¿Por qué no le ponen en la Puerta del Sol? Señores políticos, no tendrían ese problema si en lugar de intentar sacar beneficios con lo que sea, se dedicaran a no jugar a ser Dios y tener como prioridad al ciudadano.
Dejando atrás este tema, que como Carmen de Mairena, trae cola (ojo, si fuera como Carmen de Mairena mutante traería tres colas), vamos a analizar la crisis desde un punto de vista más entendible para todo el mundo: los amigos gorrones.
Porque los amigos gorrones son como concejales de urbanismo, y sé que cuando digo una frase comparativa siempre pongo una explicación, pero creo que no hace falta en esta ocasión. Todos tenemos ese amigo que cuando vamos todos a cenar no pide nada. Que te extrañas y dices:
− ¿No tienes hambre?
−No, ya picaré algo de lo vuestro.
Y piensas “será cabrón”, porque durante la cena él acabará comiendo más que los demás. Y se les ve venir de lejos, concretamente desde la infancia. Estos son los niños que no llevan bocata y comen un mordisco del bocata de cada niño, y claro, 200 mordiscos es como si se hubiese comido un cochinillo entre pan y pan. Que siempre había alguno que pensaba “pues a mí no me la da”, y cuando el gorrón iba a morder, ponía los dedos. Esos niños, tras unas cuantas visitas a la enfermería y un par de hemorragias en los pulgares, decidía: o no llevar bocadillo o comérselo sin que le viese el gorrón.
A estos amigos no se les puede hacer caso si vienen con la excusa de:
−Necesito algo de dinero para un asunto que me ha salido, ¡Pero es un asunto seguro!
Porque generalmente si dice que es un asunto seguro quiere decir que es seguro de ETS porque se pondrá el preservativo cuando esté con el “asunto”. Y aquí ya se entra en el terreno de los proverbios: si este amigo te engaña una vez, la culpa es suya, pero si le has pagado sus “asuntos seguros” de nuevo, la culpa es tuya. Porque la excusa del asunto seguro va a traer nuevas excusas como:
−Sí, es que ahora mismo estoy enfermo.
−Ya, es que lo tengo en casa de mi padre.
O la ya sublime:
−Pero si ya te lo devolví, ¿No te acuerdas?
En fin, que como ya dije en otra ocasión, ¿Podemos sorprendernos de que esto pase en un país donde los funcionarios desayunan cincuenta y siete veces en un solo día? Y no solo eso, aquí hacer un simpa es como un bar mitzva: si no lo haces al menos una vez no te conviertes en un hombre.
Para terminar, quiero acabar con una reflexión que haría vomitar a Bautista: Un amigo, por muy gorrón que sea, es un amigo; y un banco siempre va a ser un banco. Así que si un banco te pide dinero, ya puedes tener vaselina a mano; pero si un amigo gorrón te pide dinero, en vez de dejárselo, dale un abrazo, porque, si, se cagará en tus muertos, pero será un momento precioso… para tu cartera.

Como sobrevivir…


… una semana sin ordenador, porque si alguien lo sabe, que me lo explique. Para el lector más avezado quizás haya resultado un tanto extraño el hecho de que la semana pasada ese viejo avión con Leslie Nielsen continuase donde debería estar una nueva imagen, con su correspondiente nuevo artículo, y podría explicároslo y daros una disculpa sin detenerme demasiado en el tema, pero prefiero que lo viváis a través de mis palabras. Por cierto, la excusa es que… uuuy, si ya lo traía todo hecho, pero me dejó tirado el ordenador.
Esta excusa es por lo general el Abc del escaqueo (sobre todo si eres informático), pero llega un punto en el que ya huele a chamusquina:
− Gutiérrez, ¿Ha traído el informe?
− Pues no se lo va usted a creer, pero resulta que el ordenador se me ha colgado y se me ha borrado el informe…
− ¡Que sorpresa, Gutiérrez! Solo es la quinta vez esta semana…
Y es que parece una excusa barata, pero cuando pasa, duele en el alma. Si, yo he visto gente por las calles llorando y desgarrándose las camisas como Marlon Brando en Un Tranvía Llamado Deseo (aunque en el barrio donde vivo son más bien el Cigala en la boda de su primo), porque se les había colgado el ordenador. A la madre de Bill Gates ya no es que le piten los oídos, es que no puede ni salir a la calle sin tapones para los oidos, que va Bill y la dice:
− Mami puertas, mami puertas…
Y la otra:
− ¿¿QUE??
Nunca se había acordado la gente tanto de la madre de alguien desde que Aznar se fue a pasar unos días a las Azores.
Pero es que la cosa no es para menos, porque tú estás tranquilamente en tu casa con tu ordenador haciendo dos posibles cosas: ver porno (80% de posibilidades) o cosas que no son ver porno (20% de posibilidades), que cada uno usa la banda ancha como quiere. El caso es que llega un momento en el que el ordenador hace PUM (ha habido casos en los que hasta ha salido humo), y no sé qué es lo peor, si que te pille haciendo lo primero o te pille haciendo lo segundo, porque como estés trabajando y de repente el ordenador se cuelgue es como una patada en la boca, pero que cuando estás en tu clímax onanista el ordenador deje de funcionar es como si te pegasen una patada en los huevos justo cuando te estás recuperando de la patada en la boca de antes.
Bien, tú te recuperas del shock inicial de que el ordenador te ha dejado tirado (normalmente shock violento), pero te tienes que enfrentar a un shock mucho más fuerte: repararlo. Lo típico es formatear. Buscar un Windows de donde sea, meterle a piñón en el ordenador y volver a empezar de la forma más digna posible, pero… ¿y si con el Windows no es suficiente? Aquí hay un terrorífico añadido al shock: no tienes ni puta idea de cómo arreglarlo.
El pánico hace ya tiempo que ha comenzado a cundir, pero ya llega tu novia (o novio, en gran variedad de casos), te da dos hostias y te grita:
− ¡TIENES QUE CALMARTE!
Tú te repones tanto como puedes y llamas al servicio técnico de la empresa donde compraste el ordenador, y la escena es más o menos así:
− Servicio técnico de Mediamarkt (porque ellos no son tontos, pero tú sí que lo eres un rato)
− Buenas tardes, he tenido una avería.
− De acuerdo, señorita, proceda a explicar su avería.
Seas una grácil bailarina o un curtido albañil de voz aguardentosa, te va a llamar señorita… es inútil que te revuelvas contra el poder supremo. Sigo:
- Verá, estaba elaborando un informe (mentira, estabas viendo porno, si no, no lo dirías) cuando de pronto me salió un pantallazo azul y el ordenador se apagó. He probado a formatear, pero no hay manera.
Tras un silencio tan tenso que Freddy Krueger se mearía en los pantalones, la voz de la operadora vuelve a sonar en el auricular:
− Señorita, ¿Ha comprobado si el ordenador está enchufado?
− ¿Es usted gilipollas? ¡Y no me llame señorita!
− Está bien, señorita, no se altere, iremos haciendo comprobaciones para dar con el problema.
Después de media hora de una llamada que estás pagando tú, en la que la operadora te ha llamado señorita como ciento cincuenta veces, acabas tan hasta los cojones que acabas por gritarle a la operadora que mande a un técnico a recoger el ordenador y que lo arregle, o tú mismo lo triturarás con tus propios dientes.
− De acuerdo, señorita…
− ¡SOY UN HOMBRE!
− Vale, señorita, entre las ocho de la mañana del miércoles y finales del mes que viene, un técnico acudirá a su casa a recoger el ordenador.
− ¿Y no podría ser un poco antes? Es que me corre un poco de prisa.
− No se preocupe, señorita, nos daremos toda la prisa que podamos.
Y tras esa repugnante mentira, cuelgas el teléfono sin atreverte ni a mirar al ordenador a la cara… suponiendo que tenga cara. Porque, a pesar de que hace un año que tienes el ordenador y antes de eso despotricabas constantemente sobre lo nocivo de vivir en una sociedad gobernada por la competitividad y las tecnologías, ya ni siquiera concibes tu vida sin ordenador… a eso se le llama criterio, sí señor.
Finalmente, parece que los dioses se han apiadado de ti y a las 12 de la mañana del día siguiente, el técnico se está llevando el ordenador, y tú te mueres de angustia al pensar que todavía queda una semana hasta que te lo traigan arreglado… como mínimo. Porque la operadora se escaqueó, pero solo hay una profesión donde se escaqueen más que las operadoras y operadores: los informáticos. Finalmente, los técnicos te traen el ordenador y para ti es como si vieras a Dios en persona… ¡Por fin puedes recuperar tu vida!
Para terminar, quiero regalaros una reflexión: ¿Por qué consentimos que los ordenadores se cuelguen, si no lo hace ningún otro aparato? Me estoy imaginando a una persona en estado vegetal, enganchada a un montón de máquinas, y de repente se calan todas, y la familia, en lugar de llorar, diciendo: es que los respiradores ya se sabe, se calan… mala suerte.
En definitiva, no desaprovechéis oportunidades de alejaros del ordenador, ya hemos matado al porno codificado, pero todavía podemos salvar al canal 47.

Volare, ¡Uoh!…


… cantare, ¡Uohohoho! Como está el tema de barajas, ¿no?, el otro día salí de casa y había un avión aparcado en doble fila ¡en plena calle! Yo le dije al piloto:

― Pero vete a un aeropuerto hombre de Dios.

Y dijo:

― ¡Si es que no me dejan!

Con todo este lío, yo he recordado mi adolescencia, con mi padre, que era maquinista y llevaba a los jubilados de viaje por Europa (en avión se mareaban, cogían vértigos y una vez agredieron a varias azafatas). Con mi padre, yo viajaba la mejicana, ¿Qué es viajar a la mejicana? muy fácil, te escondes con la carga del camión y no sales hasta pasar la frontera. Parece un método bastante rudimentario para viajar, pero después de tres viajes de fin de curso así ya se acostumbra uno.

Eso me da que pensar, ¿Por qué en los colegios de curas los profesores eran tan tacaños? Solo había que quedarse alguna vez en el comedor para verlo. Yo cuando me quedaba en el comedor iba en ayunas porque si no, no había forma humana de comerse aquello. Sin embargo, y volviendo a los viajes, sorprendentemente la comida del colegio era mejor que en Francia. Francia es un país de contrastes, por un lado está el glamour, la limpieza de sus ríos, la educación de su gente, su historia, su temperatura perfecta, su ambiente liberal… pero por otro lado está el escargot con lechuga. A ver, yo no es que haya sido nunca de caracoles, de hecho yo no soy muy de comer nada que vaya con pene incluido. Pero vamos a ver, los caracoles de aquí son de un tamaño razonable, te ponen un día una tapa y si no te gustan puedes comértela rápido para no hacer un feo, pero en Francia… en Francia son como centollos, una vez entré a comer a un restaurante francés y los caracoles me saludaron:

― Buenos días, me llamo Fernando y voy a ser su primer plato ― es lo que me dijo.

Y encima estaban los precios, me acuerdo que entré en una cafetería y pedí un café, un café ole, que no es un café muy español, es un café con leche en Francia, y si os sorprende esto, ya vais a flipar cuando sepáis como se dice cuarenta y dos. Total que me bebí el café, ole, y fui a pagar, completamente ajeno al peligro, cuando la camarera dijo.

― Dos euros y medio.

Mi primera reacción fue palparme los costados. Ya la camarera empezó a mirarme raro y me dijo.

― ¿Qué hace?

― Pues buscarme la puñalada porque no la he visto ni venir.

Pero nunca creí que llegaría a echar de menos la comida francesa hasta que a mi padre le salió un viaje a Inglaterra. Bien, Inglaterra es un país con distintas normas de circulación, allí se conduce por la izquierda, lo cuál mi padre comprendió cuando, tras alquilar un coche, sufrió los tres primeros siniestros. Sin embargo habría preferido montar con mi padre el kamikaze y dar vueltas por Londres antes que comerme su comida.

Cuando salen por la noche van a unos sitios que se llaman fish and chips, y nunca pensé que echaría de menos comerme un kebab hasta que entré en uno. Como su propio nombre indica, es un local donde compras pescado y patatas, una ración de pescado y patatas, todo frito con manteca, para que te la comas allí mismo… si puedes, claro. Lo cierto es que tenía bastante buena pinta, yo lo vi y dije.

― Joder que suerte, pescaito frito.

Los cojones suerte, llegaba por la mitad de la ración y ya me dolían las arterias. A los tres cuartos, comencé a notar palpitaciones en el brazo izquierdo, y lo dejé ahí porque empecé a pensar que iba a ser el plato el que terminara conmigo.

Pero el problema no es comer fish’n’chips, el problema es no comerlo. ¿Qué pasa si no lo comes? Pues muy fácil, empanada de riñones, filetes sangrantes con mostaza, pasteles de carne… allí todo lo que no te mataba de colesterol te mataba de asco.

Por no hablar del tiempo, el tiempo en Inglaterra era… una mierda. No se si habrá gente aquí que vaya mucho por Santander… pues haceos a la idea de que Inglaterra es como Santander en octubre… pero a lo bestia.

Una mañana salí desprevenido del remolque para tomar uno de esos famosos desayunos a la inglesa, para empezar el día arriesgando, y me sorprendió el temporal… a las siete de la tarde la corriente me había arrastrado hasta Westminster.

En Inglaterra muchas cosas son diferentes, tienen cámara de los comunes en vez de congreso; tienen la hora del té en vez de la hora de la siesta; tienen a Camila Parker Bowls en vez de… criterio. Pero la diferencia que más me chocó fue la monetaria.

En Europa pasa algo curioso, y es que si eres de España, todos los países son caros para ti… salvo Portugal… en caso de que Portugal cuente como país. Pero en fin, el caso es que en Europa todos andan acomodados, como si con la U.E. hubiésemos inventado la pólvora, y lo que estamos haciendo es imitar a Estados Unidos. Yo creo que todo ese rollo de la globalización es para vengarnos de los americanos cuando vengan de viaje. Y cuando digo esto, todos tenemos en mente la típica aduana americana donde la situación es la siguiente:

― Disculpe, caballero, ¿Podría acompañarnos?

Sigues a los dos seguratas a una sala oscura e insonorizada, la cuál cierran por dentro.

― Caballero, vamos a proceder a hacerle un registro corporal para comprobar si esta en posesión de sustancias estupefacientes.

Esto suena muy elegante y glamoroso, pero en realidad es una mierda…supongo que nunca mejor dicho.

Yo no entiendo la manía de los seres humanos de apropiarse de cosas de las que no nos podemos apropiar. Intentar dividir la tierra es como vender parcelas de aire. Ya me imagino la típica escena de los colonizadores desembarcando en Santo Domingo, y a Colón entonando el discursito de rigor:

― Yo, Cristóbal Colón, declaro estas tierras propiedad de la Corona de Castilla.

Y un indígena que pasaba por allí diciendo:

― Disculpe buen hombre… (Risa entre dientes)… ¿Cómo ha dicho?

Ya me imagino el cachondeo:

― ¡Oíd! ¡Que dice que se queda la isla!

Es como si un día subes a casa de tu vecino y dices:
― Yo, Jacinto, declaro este piso propiedad de la Cuqui, mi señora.

¿De verdad a nadie se le ha ocurrido que si no nos hubiésemos liado a colonizar tierras a diestra y siniestra ahora mismo los extranjeros a los que tanto critica la gente estarían viniendo de vacaciones en lugar de a buscar trabajo? ¿Tan hipócrita es la gente?... ejem, ejem…

Un español medio es el típico tio que puede llegar a matar a su vecino por una discusión de fútbol, se bebe tres copas y se convierte en doctor honoris causa, se pone unas chanclas con calcetines blancos y se va a pasear un domingo por la plaza mayor.

Todo lo puede un español con una cerveza en la mano: Dirigir una película, marcar un gol, convertir su relación en la pareja perfecta… yo no entiendo como las consejerías matrimoniales no están llenas de gordos borrachos diciendo:
― ¡Tu eres un calzonazos! Cómprala cualquier chorrada y te la cepillas.

En fin, será mejor que antes de irme por ese tema, os hable de mi último viaje. Recuerdos difusos me embargan cuando recuerdo mi viaje a Ámsterdam. Cuando bajé del tren, empecé a caminar por Ámsterdam y… lo último que recuerdo es estar vomitando frente al portal de mi casa. Por algún motivo mee descolgué del camión, que cuando digo esto no quiero decir que fuese colgado como un simio, sino que lo perdí de vista… y hasta los tres meses no salí de allí.

De mi estancia en Ámsterdam apenas recuerdo nada, recuerdo que perdí todo el peso que había ganado en Inglaterra, y unos kilos más de propina… yo iba caminando por la calle y decían:

― ¡Vaya bicicleta más rara!

En fin, Ámsterdam… tiene un color especial, ¿No? Si, efectivamente me refiero al color verde. En realidad, el ambiente es muy liberal, en holanda no consideran relevantes las tendencias sexuales… ahora que lo pienso, podríamos mandar a Jorge Javier Vázquez a vivir allí… aunque no funcionaría, a los tres meses estarían todos a hostias.

En definitiva, que me pasé tres meses caminando por la delgada línea que separa estar de fiesta de la indigencia… recuerdo cuando vi otra vez a mi padre. Fue en una calle muy extraña, llena de escaparates con lencería… y maniquíes de carne y hueso. Me acerqué justo cuando mi padre entró en uno de los escaparates, yo pensé “bah, irá a comprarle ropa interior a mi madre”.

En fin, que cuando llegué a mi casa, mi curiosidad por viajar quedó más o menos saciada, y sin más recuerdos que la continua sensación en el estómago de que los fish & chips que me comí en Londres me están repitiendo.

A modo de despedida solo quiero deciros que no despreciéis otras culturas por ser diferentes. Todos somos humanos y aunque tengamos costumbres diferentes, en esencia somos iguales… quizá salvo Federico Jiménez Losantos.

Día 107:


(imagen sacada de http://www.taringa.net/posts/humor/3913966/Humor-Grafico!.html)
Un sabor seco y amargo me recorría las papilas gustativas cuando me desperté, acompañado de una sensación granulada que no sabía describir… mejor dicho, que no supe describir hasta que escupí el puñado de arena que tenía en la boca. En lugar de salir a dar un paseo matutino dejando que la brisa marina acariciase mi desnudez, miré a mi alrededor con enfado: era la tercera vez que me despertaba con una molestia, solo hacía dos días desde que me desperté rodeado de ciempiés y fue la segunda noche que pasé en la cueva en la que tuve un desagradable incidente con una rama que me impidió sentarme durante los días siguientes… tenía que hacer algo.
Mientras me dirigía hacia el barco, prendí un NADA y NO me lo fumé (era una bendición contar con los víveres del barco… y una maldición no tener donde enchufar la televisión del camarote del capitán). Desde que hacía unos días había intentado reformar la cueva no había estado muy dispuesto a hacer manualidades y bricolaje (no podía mantener las patas de la mesa pegadas con saliva, y había utilizado tantos mocos que no podía meterme mucho el dedo en la nariz sin hacerse daño), pero no podía dejar pasar más tiempo durmiendo sin una puerta.
Cuando llegó al barco me di cuenta de un problema extra: las puertas de los barcos son de metal y pesan demasiado… ¿cómo demonios iba a cargar con aquellas puertas por toda la isla? Y sobre todo desde que había cogido aquella afición por los “kebab tropicales” (compuestos principalmente a base de lapas y hojas secas), estaba seguro de que era el único náufrago con barriga.
Debido a mi déficit de atención y a mi incapacidad para solucionar el problema, decidí, desde aquel momento, empezar a ponerme en forma. Me pasé toda la mañana escribiendo en un “folio tropical” (en la arena con un palo) una tabla de ejercicios, consistentes en:
- Series de 100 metros corriendo por la playa.
- Un largo desde la Cala del Muerto hasta el Cabo del Tiburón.
- Series de press de roca.
- Masaje de crustáceos.
La tabla continuaba, pero un soplo de brisa marina se la llevó, y no tuve ánimos para empezarla de nuevo, así que decidí pasar a la acción y dejarme de tablas. En la primera serie corriendo me picaron seis cangrejos, y tuve que dejarlo… nada más me metí en el agua me dio un calambre y me escocieron demasiado las heridas de los cangrejos como para continuar… el press de roca no fue demasiado inútil, descubrí que, mal que me pese, no era tan fuerte como creía que iba a ser de pequeño cuando fuera mayor… y en cuanto al masaje de crustáceos, mejor no hablar del tema.
Así que, renqueante y dolorido, me encaminé de nuevo a la tienda, pensando que, a pesar de no estar en plena forma, por lo menos había sobrevivido a un naufragio, que es más de lo que podrían decir muchos musculitos de gimnasio, y parece que fue aceptar aquello, y encontrarme la solución a mi problema.
Aquella noche encendí un fuego para poder admirar mejor mi puerta nueva (una puerta vieja que había arrastrado la corriente desde no se sabe donde), y pude admirar también el felpudo de “bienvenido a casa” que una octogenaria llevaba entre sus cosas en el equipaje del barco. Aquel felpudo me alegraba, porque, como náufrago y como persona, si no me quiero y me aprecio a mi mismo… ¿quién me va a querer?

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Don presenta: cagadas deportivas

Seguimos con las cagadas deportivas. Esta semana os mostraré los riesgos de ser un sucio tramposo... no, mejor explicado aún, los riesgos de ser un tramposo gilipollas... no, mejor aún, los riesgos de ser un gilipollas inconsciente... bueno, que aquí está el video. Pensáoslo dos veces antes de hacer trampas.